Escrita durante una condena de tres años en la cárcel de Valparaíso, El Río es una de las novelas más radicales y duras escritas en Chile. Concebida inicialmente como parte de una terapia de rehabilitación delictual, Gómez Morel volcó en ella una larga vida de abusos, marginalidad y delincuencia.
Pero lo extremo de El Río no sólo radica en lo que nos narra sino que en la proximidad que se siente entre el narrador y su mundo narrado, en lo vivo de sus heridas, fractura a la que alude cuando al rememorar una golpiza padecida en un cuartel de Investigaciones señala que “estoy cansado y desgarrado por dentro. Cada vez que escribo vuelvo a sentir lo vivido como una navaja rasgándome las carnes. Muestro mis recuerdos hasta quedar sangrando por dentro. Cada vez vengo de más lejos, del tiempo vivido y de la distancia recorrida. Voy dejando miasmas, lágrimas y sangre. Es la huella ya surcada que ahora vuelvo a recorrer”. Si al lector muchas de las situaciones descritas le generan escalofríos, debe pensar para matizar sus reacciones que él sólo lee esas experiencias, mientras que Gómez Morel las vivió.
Esta segunda edición de El Río incluye la crónica autobiográfica publicada en la revista Paula en 1971. “¿Por qué me convertí en delincuente?”
“La impresión que deja El Río es que han estado gritándonos por centenares de páginas, y que se nos ha dicho tanto y de tantas maneras, que ahora sufrimos de algo semejante a una intoxicación vital y literaria. El Río no sólo es parte de una geografía a la vez real e imaginaria, sino también —y quizá sobre todo— una corriente impetuosa que lleva en sí todo o casi todo lo que la literatura es capaz de echar sobre sus espaldas”. Del prólogo de Alejandro Valenzuela
“Si alguna vez ha existido eso que los críticos llaman novela-río, es decir, esas narraciones totales, ambiciosas, que todo lo abarcan, este es un ejemplo claro y preciso. El Río, en este sentido, es populismo literario al mejor nivel. Excesiva y ruidosa, coprolálica y espuria, hermana bastarda de Hijo de ladrón, la novela de Gómez Morel es quizás la más cruda expresión de aprendizaje moral jamás escrita en Chile”. Alberto Fuguet
“El Río es una obra viral, una tuberculosis pura que hace que uno recuerde lo que se olvida a ratos: que la mejor literatura chilena es invisible e inclasificable, indefectiblemente monstruosa”. Álvaro Bisama
“El Río es la contracara sórdida de la novela de formación burguesa: una incursión por los bajos fondos y su picaresca de la mano de un aspirante a choro […]. El itinerario de ese viaje contempla los prostíbulos, el antro del reducidor, el reformatorio, las cárceles, las torturas en los sótanos de los tiras, las partusas, la sodomización de los débiles y el inframundo de las cloacas pobladas de niños abandonados, de ratas enormes y gatos salvajes”. Manuel Vicuña
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