Marta Vergara escribió este libro cuando tenía sesenta y cuatro años, como quien redacta un testamento personal y, al mismo tiempo, entona el responso de una época. Escribió ese libro pensando en publicarlo póstumamente, y a esa sensación de hallarse de salida, con un pie en la tumba, atribuyó la sinceridad testimonial que le caracteriza. Lo escribió con la soltura de cuerpo de un espíritu desencarnado, de un ánima, de alguien que se siente eximido de las inhibiciones de los vivos. Leer más